miércoles, 13 de mayo de 2020

Sensualidad en Tiempos de Internet (1° Ensayo de Psicopolítica)

Reflexión introductoria

Sensualidad en tiempos de Internet

(Del mercado del sujeto al sujeto del mercado)

(Primer ensayo de Psicopolítica)

Sensualidad en Tiempos de Internet (del Mercado del sujeto al "sujeto del mercado")
1° Ensayo de la Colección Psicopolítica de Daniel Adrián Leone


Planteo inicial


Una cosa es cierta: 

Internet ha triunfado ahí donde Radio y TV fracasaron.  Solo Internet logró darle al mercado el soporte técnico-tecnológico para poder erigirse como referencia universal, unívoca e inapelable.

Ya no alcanzaba con establecer un perímetro –en tiempo y espacio– en el que el sujeto tenga que estar pendiente de lo que el mercado tenía para ofrecerle. 

El corralito de niños o de ovejas entorno a la radio o al TV, resultaba demasiado evidente, fácilmente superable y sobre todas las cosas, su extraordinaria efectividad obligaba al mercado a estar a merced del sujeto, forzándolo a producir diferencias cada vez más agudas en mercancías incapaces de soportar más diferenciaciones ilusorias de bajo costo y gran rendimiento.

Era necesario invertir el concepto.

El mercado no podía de ninguna manera abarcar el conjunto de discontinuidades de la subjetividad y por tanto era imposible predecir los avatares de la demanda.

Internet propuso una clara y eficaz respuesta: si la subjetividad y sus emergentes son impredecibles, si las realidades que expresan son inabarcables pues bien, sustituyamos la realidad y ofrezcamos como cebo al sujeto un doble virtual que pueda encarnar como si fuera parte de sus propias fantasías, como si fuera una mera proyección de su “yosoyasí”.

El gran desafío fue entonces cómo dejar al sujeto otra opción que estar conectado, online u offline, pero dentro de la net, sin ningún otro refugio, dónde reinventarse y desalienarse.

Tres grandes refugios tiene el ser humano: 

el delirio, 
la enfermedad  
y la sensualidad.


El delirio no presentaba grandes inconvenientes: basta con darle imágenes consistentes, legitimadas para que el delirante las incorpore como propias.

La enfermedad tampoco. 

Toda enfermedad puede asimilarse como demanda compulsiva al impulso de desembarazarse del cuerpo, de la historia, de todo trazo subjetivo.
 
El gran desafío fue entonces cómo lidiar con la sensualidad.  
 

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Introducción.

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