martes, 5 de noviembre de 2019

Reflexión conceptual: Objeto sexual Vs. Cosificación


Psicopolítica.
Reflexión conceptual.

Objeto sexual Vs. Cosificación


Créditos del sitio Pxhere.com


Escuchamos a diario gente que dice: “lo más atractivo de mí es mi cerebro”.

Ahora bien, así como nadie diría:
"Meteme el parietal en la cisura de silvio",

"sí sí y vos, frotame tu frontal contra la circunvolución de rolando"


ningún sentido tiene afirmar grotescamente que lo más atractivo de uno es el cerebro.

Primero y básicamente porque lo atractivo de uno es algo que descubre el otro más allá de lo que proponga uno y lo que se descubre como atractivo es un encadenamiento de relieves físicos y psicológicos que van más allá del CPU humano, llamado cerebro.
Las miradas tiernas o sensuales, la apariencia, la elección de determinadas palabras para uno encadenadas al azar para el otro, exquisito halago o muestra de inteligencia, son relieves tan válidos como la apariencia física, etc.
Que uno desconozca cuál es su atractivo (o reniegue de éste) o bien, que uno tenga idealizado cierto aspecto de uno mismo como afluente de atractivo, nada tiene que ver con la realidad del impacto concreto que produce uno en otra persona concreta en calidad de atractivo.

Se dirá: bueh, la frase intenta metaforizar que el atractivo no reside en el cuerpo si no en el intelecto.

Pues bien, tengo dos objeciones:
  1. No es una metáfora apropiada dado que el intelecto no es por sí mismo una entidad autárquica sino que depende de una persona inmersa en un lazo social concreto y en diversos lazos sociales más o menos difusos.
  2. El cuerpo tampoco es objeto de atractivo sexual por sí solo, aunque pueda suponérselo como independiente de la persona que lo porta. Aún en esos casos intervienen referencias afectivas claras y concretas que se le sustraen a la persona que acusa al cuerpo o a determinada parte del cuerpo como afluente de atractivo.

La cosificación, cosa detestable por cierto, no pasa por considerar al cuerpo como objeto sexual y por tanto, capaz de irradiar atractivo, sino propiamente por el rechazo a que algo del cuerpo y de la personalidad del otro pueda ser un objeto sexual, y por tanto sea, una cosa como cualquier otra, intercambiable, manipulable, sujeta a la oferta y a la demanda, o sea, algo más parecido a una mercancía en términos Marxista que a un objeto sexual.

¿Cuál es la diferencia?

Mientras que la persona considerada como objeto sexual es una persona considerada como destino privilegiado de atención e interés y por tanto, destacada de cualquier otra persona y completamente ajena a cualquier comparación con alguna otra persona (mucho menos con una cosa)
La persona cosificada es una persona reducida a la condición de mercancía, despojada de cualquier atributo que no sea más o menos intercambiable y sujeto a las leyes del mercado.

Otra diferencia fundamental:

La persona que considera a otra como un "objeto-meta de su interés sexual" la está integrando a su propio narcisismo, compartiéndole una parte de los afectos que tenía reservado para sí y para sus fantasías.

La persona que cosifica a otra está imponiendo una ajenidad respecto de la otra, un extrañamiento respecto de su propio deseo y de la realidad concreta de que el otro es un semejante.
Dicho de otra manera: la cosificación nada tiene de sexual por más que recaiga sobre un aspecto de lo sexual.

En general, la cosificación es un repudio de lo sexual, fruto de un miedo irracional a la sexualidad como modo de relación, básicamente por el horror al contacto y la empatía, por el espanto a verse afectado por otro, o lo que es lo mismo decir:
Por el miedo horroroso a sentirse semejante.

Generalmente se puede atribuir esto a lo que yo llamo, parafraseando a Freud, la concepción sádica de la vida cotidiana. Donde todo lo otro me es ajeno, peligroso, turbador.

O sea, cosificación implica lo siguiente:

Tanto horror tengo a descubrir que el otro, cuyo atractivo me impacta, es un semejante, tanto horror tengo a descubrir hay otros que me pueden afectar, tanto horror tengo a descubrir que hay cosas que se escapan de mi remoto autocontrol, tanto horror tengo a descubrir que soy y estoy como persona en algún lado y en relación a otras, que, en el preciso instante de hacer estos descubrimientos canalizo la angustia que me provocan, en objetivar toda esa angustia en algún recorte del otro, aislándolo de su entorno y erigiéndolo en fetiche-representativo y sustitutivo de todo otro posible, para luego someterlo al mundillo de las leyes del mercado, donde toda cosa es mensurable, comparable y básicamente intercambiable.

1 comentario:

  1. Muy bueno, querido. Me parece que -ahora que gracias a vos me enteré de la cosa- habría que darle más pelota a lo de la concepción sádica. En mi cole teníamos clase de sicología, tres años, pero jamás leímos nada al respecto. Abrazo!

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